Un día te despiertas y miras con sorpresa que te falta un dedo, extrañado te pones a pensar:
¿Dónde lo abras dejado?
Empiezas a hacer memoria y dices, cuando baje el cántaro del agua si lo traía, cuando acomode las mazorcas en la troje si lo traía, después camine a lo de Don Graciano y recuerdo que lo llevaba,
¿Dónde se habrá quedado?
Claro que te preocupas un poco, pero piensas, que luego lo vas a encontrar, te levantas a hacer tus tareas diarias, ( tomas el azadón para irte a la milpa, es tiempo de desahijar ), en el día piensas en el, pero sin darle mucha importancia, en la tarde como siempre la curiosidad te vence, y vas a lo de Don Graciano, ni siquiera lo comentas por que no sabes donde esta.
A día siguiente, parece que ahí esta el dedo, mueves el dedo y ahí esta, pero ¡que contrariedad!
Ahora se te ha perdido un pie, y das vueltas y vueltas en la cama,( tu cama hecha con dos burritos, triángulos de madera que cargan las viejas tablas y el “colchón” pedazo de trapo rellenos de lana de borrego) le das vuelta a tu cama y ves dentro de tu huarache, para ver si no se quedo ahí, revisas tu morral y no hay nada, que curioso, enojado y con dificultad te levantas y te encaminas al patio, ahí esta el negro , tu fiel compañero, el que nunca te abandona, como lo hizo la Macrina llevándose a los chilpayates; el negro mueve las orejas y la cola cuando te ve, pero no te dice nada, el tampoco sabe donde esta tu pie, con dificultad haces tus labores del día, hoy toca trazar surcos con la yunta:
¿Cómo le vas a hacer sin ese pie?
No lo sabes, pero ya en la milpa encontraras la solución, has aprendido que preocuparte por las cosas que te pasan no conduce a nada bueno, por eso solo trabajas como enajenado sin pensar, sin darle importancia a todas esas cosas raras, hoy no fuiste con Don Graciano, no te dio tiempo, llegaste muy cansado, lavaste tu ropa y te dormiste.
Te levantas con nuevos ánimos “gracias a Dios” piensas y te encaminas a darle a la chamba, Doña Macrina, la vecina te saluda con gusto y silbando te vas a la Era, hoy fue un día productivo, vareaste el frijol, pelaste tunas y compartiste unas tortillas con el negro, vale la pena ir a lo de Don Graciano, de regreso casi a obscuras vas cantando:
“En una fonda chiquita que parecía restaurante,
entre pa echarme unos tacos,
ya ven que el hambre es canija
pero mas el que la aguante”
Te quitas tu “ropa” apenas unos andrajos y así nomas te acuestas en tus “tablas” y de repente ves que te robaron el techo de tu choza, y en ves de las pencas y los troncos amarrados con puntas de ixtle, solo ves un torbellino de estrellas, esa grandota que tu crees que es tu abuelo que te esta viendo, y te encojes un poco con miedo, pena, vergüenza, hay muchas estrellas, a veces te preguntas que son las estrellas, y te imaginas que es el manto de Dios que esta agujereado y por ahí se ve la luz del paraíso, ¡caray, de la verdadera vida!
Que molestia, si llueve, que va a ser de tu casa, pero te quedas dormido y no pasa nada, cuando sale el sol ves que tu choza esta como siempre, el techo de pencas y latas (pedazos de madera como varas gruesas) las paredes de carrizo trenzado con ixtle, das un suspiro de alivio, cuando ves que si esta en ese rincón, tu herramienta: la pala, el pico, la coa, la reja del arado, el volteador y el machete, regalo de tu padre cuando eras joven; lanzas un suspiro y te levantas, como si nada, ya estas curtido, ya no sientes nada, cuantas veces has pensado “enderezarte” pero siempre te gana la de malas y terminas en casa de Don Graciano.
Lo único que te duele es que la Macrina se haya ido , pero por vida de Dios que la entiendes, y entonces le das con mas fuerza y con rabia al hacha para seguir cortando la leña que vendes para ir viviendo, ¿viviendo?, pos lo que sea dices con rabia, escupes entre tus manos las frotas, le sigues dando al hacha cada ves con mas fuerza, esta tarde vuelves a lo de Don Graciano que como siempre te saluda con respeto, aunque a veces piensas que es con lastima, pero es buena gente siempre que llegas te ofrece un taco y entre trago y trago te acerca frijoles y tortillas, ahí dejas lo poco que ganaste en el día y “animado” te vas a tu jacal dando tumbos, trastrabillando, cante y cante:
“Del pulque y el aguardiente,
cual será el mejor licor,
yo digo que el aguardiente
por que es el mejor licor,
emborracha al presidente,
también al gobernador”
Apenas y te acercas a tu “patio” ves al negro, tu fiel amigo, que hoy no tiene los ojos buenos y agradecidos, sus ojos son dos brazas rojas, amenazadoras, dan miedo, piensas que te va a atacar, parpadeas mucho, te tallas los ojos con miedo y ahí esta el negro con sus ojos rojos como brazas de carbón el hocico abierto babeando a punto de atacarte, retrocedes con mucho miedo.
Y te prometes ora si, por Diosito y por la Santa Virgen que ya no vas a tomar pulque revuelto con ese aguardiente que vende Don Graciano, antes de perder el sentido, aun tienes tiempo de pensar que eso lo has prometido ya muchas veces, pero ora si por Diosito que lo vas a cumplir.