Ir al contenido principal

Cero sentimientos

Qué jodido vivir en una época en la que se puso de moda la falta de compromiso, en la que el no querer nada serio se metió en las camas y remplazó las pláticas telefónicas de madrugada. 

Qué jodido vivir en una época donde todos somos opciones, donde hay que ganarse un lugar y de todos modos en cualquier momento terminas botado en el cesto de basura.

Qué jodido vivir en una época de puro like y mensaje instantáneo, donde las primeras citas terminan entre sábanas y regalar flores es cosa del pasado.

Qué jodido vivir en una época donde ya nadie se enamora a primera vista, con plazas que lucen vacías y callejones que ya no escriben leyendas románticas.

Qué jodido vivir en una época en la que la mediocridad es el plato fuerte de las relaciones, porque todos tenemos un as bajo la manga, o mejor dicho, otra persona esperando su turno.

Qué jodido vivir en una época donde se olvida fácil y nos hemos vuelto desechables, malbaratándonos tanto que la fidelidad se ha convertido un mito, ya nadie cree en eso.

Qué culero vivir en una época donde pocos se atreven a amar y darse en la madre, pues nos parece mejor opción andar escondiendo el corazón por temor a no salir lastimados.

Qué jodido vivir en una época donde ya nadie lee poesía, donde conquistas con memes e imágenes sin sentido y andar con alguien dura lo mismo que un atardecer en verano.

Qué jodido vivir en una época donde ya no se escuchan serenatas, hemos caído tan bajo que te tachan de pendejo por mandar cartas, dibujar, cantar y regalar momentos.

Qué jodido vivir en una época donde asustamos al amor y le quitamos el derecho de hacernos la vida menos jodida”.

Qué jodido vivir en "La época de lo desechable'

Entradas populares de este blog

Un Santuario para Guadalupe

Corría el año de 1771, cuando el rey en turno, Carlos III, dispuso que el dominico Fray Antonio Alcalde tomara posesión de la diócesis de Galicia, hasta entonces vacante, que abarcaba el actual territorio de los estados de Jalisco, Colima, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Nuevo León, Coahuila, Tepic, Texas y Louisiana. Así, el fraile abandonó Mérida para ocupar su nueva sede episcopal el 19 de agosto de ese mismo año y el 12 de diciembre hizo su entrada solemne en la ciudad de Guadalajara. Al llegar, pudo percatarse de que no existía ningún templo dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe, a excepción de la capilla anexa a San Sebastián de Analco y, como se consideraba devoto de esta advocación, decidió iniciar la construcción de un Santuario en su honor en 1777, mismo que fue terminado cuatro años más tarde. La imagen que corona el Santuario Guadalupano en Guadalajara fue pintada por José de Alcíbar en 1774 en la Ciudad de México y tocada al original el 5 de octubr...

Barranca de Huentitán, 1909

Si te cuentan que la barranca en esa zona de Huentitán también fue conocida como "Barranca de Portillo", puedes creerlo ya que en verdad así le llamaban porque había una hacienda en lo que hoy en día es el Zoológico de Guadalajara y que se llamaba "La Hacienda de Portillo". De hecho al fondo, donde termina el zoológico había un malacate movido con un motor de vapor que usaban para transportar personas y mercancías al otro lado de la barranca, a la Hacienda de San Marcelo. Otro dato curioso es que en aquellos ayeres los templos los construían en el centro de los pueblos o por donde llegaban o terminaban los caminos, en este caso el templo de Huentitán esta estratégicamente construido y ubicado en ese lugar porque fue la ruta vieja de Guadalajara a los estados del norte del país. Ya después, a principios de 1900, con la construcción de la planta hidroeléctrica de Las Juntas cambiaron el derrotero a lo que hoy que conocemos como la calle de Belisario Domínguez ...

El Fraile de la calavera

Si de virtudes se habla y buscamos una persona que lo demuestre, no tendríamos que pensarlo mucho para afirmar que el mejor de los ejemplos es el ilustre obispo de Guadalajara, Don Fray Antonio Alcalde. Humilde por convicción, caritativo por naturaleza, Fray Antonio Alcalde honró no solo a la iglesia pues fue hombre de hábito religioso, sino a la sociedad entera, porque su vida y obra fue una constante tarea de servicio y beneficencia. Guadalajara está muy orgullosa que su extraordinario bienhechor está en camino a los altares, pero por lo pronto honra a tan magnánimo personaje con una calle medular de la ciudad y con una colosal estatua que se yergue en medio del jardín del Santuario, frente al garboso santuario de Guadalupe en el corazón de la urbe. El Congreso de Jalisco, al reconocerle sus virtudes, lo honró nombrándolo “Benemérito del Estado”, según decreto 16449 publicado el 30 de enero de 1997; enseguida, se acendró su memoria al instituir la condecoración “Fray. Antonio Alcalde...