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La dama del armiño

La dama del armiño es un cuadro del pintor renacentista italiano Leonardo Da Vinci.  Está pintado al óleo sobre tabla que mide 54,8 cm . de alto y 40,3 cm de ancho y data del periodo 1488-1490. Se conserva en el  Museo de Cracovia.

Se cree que la obra representa a Cecilia Gallerani, la amante de Ludovico Sforza , duque de Milán . La pintura es uno de los cuatro retratos de mujer pintados por Leonardo, siendo los otros tres La Gioconda , el retrato de Ginebra de Benci y el de La Bella Ferroniere . A pesar de ciertos daños – una puerta en el fondo fue pintada, un velo transparente sobre la cabeza del modelo se ha vuelto un peinado extravagante y varios dedos fueron repintados groseramente-, se encuentra en mejores condiciones que otras pinturas de Leonardo. Algunos daños los sufrió durante la Segunda Guerra Mundial.

Leonardo conoció a Cecilia Gallerani en Milán en 1484 puesto que ambos habitaban el Castillo Sforzesco, el palacio de Ludovico Sforza llamado «el Moro». Era la amante del duque; joven y bella (tenía solamente 17 años), Cecilia interpretaba música y escribía poesía. Era apreciada, pues, además de por su belleza, por su talento e inteligencia.

Sostiene en sus manos y acaricia lo que normalmente se ha considerado un armiño , representado con precisión y vivacidad.

Se han dado numerosas interpretaciones a la presencia de este animal. Los armiños se asociaban con la aristocracia, y la relación de Cecilia con este símbolo puede haber sido intencional. Se ha entendido como símbolo de pureza por su pelo blanco; en los bestiarios medievales, el armiño representaba algunas virtudes como el equilibrio y la tranquilidad, de manera que intencionadamente Leonardo estaría transfiriendo esas virtudes a Cecilia Gallerani, gracias también a la actitud prácticamente idéntica de la dama y del animal. Igualmente puede entenderse como alusión a Ludovico, en cuyo emblema estaba «L’Ermellino», un pequeño armiño. 

La composición es un retrato en tres 
cuartos de perfil, algo bastante innovador para la época. Muestra con ello movimiento y al mismo tiempo, la imperturbabilidad solemne de una estatua antigua.

Típico de da Vinci es la imperceptible sonrisa en los labios de Cecilia. El pintor prefería sugerir las emociones más que presentarlas de forma explícita.

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